Guía de buenas prácticas educativas
La sociedad del conocimiento en la que nos encontramos, aunque suene paradójico, no pretende, como meta final, trasmitir conocimientos, sino más bien navegar en este universo utilizando habilidades y destrezas que permitan la utilización de ese conocimiento aplicado a unos fines construidos socialmente; en otras palabras, formar a ciudadanos y ciudadanas competentes en el uso del conocimiento, por ello, las competencias se han situado en elementos de adquisición educativa prioritaria. La Consejería de Educación de Andalucía presentó en 2012 una Guía muy interesante sobre buenas prácticas y que publicamos en este artículo.
La educación requerida por la sociedad ha de intervenir sobre las futuras generaciones centrando sus esfuerzos en la adquisición de “competencias básicas” que permitan al alumnado alcanzar el éxito personal, social y, por ende, educativo. Desde que los organismos nacionales e internacionales dedicados a la evaluación de los sistemas educativos, de las prácticas docentes y de los aprendizajes del alumnado, han optado por valorar no tanto el conocimiento de contenidos académicos como la adquisición de competencias para aplicar dichos conocimientos a su vida, las reformas se han aplicado en la implementación de estas “competencias básicas” en sus sistemas nacionales con el fin de capacitar al alumnado en la mejora significativa de la funcionalidad de los aprendizajes.
“En general, en el debate educativo puede constatarse un cambio de mentalidad en el que nos alejamos de los conocimientos aprendidos de memoria y se prefieren las competencias y calificaciones que ya no se pueden adquirir en un proceso lineal, sino en un proceso de aprendizaje integrado que tenga en cuenta las posibilidades de transferencia de conocimientos, la inclusión de temáticas complejas, el aprendizaje cooperativo, etc.
La aplicación de nuevos escenarios didácticos que mantengan un equilibrio, en demasiadas ocasiones inestable, entre contenidos académicos y competencias básicas, genera en el profesorado abundantes e importantes dudas sobre su importante labor docente. Específicamente, el profesorado demanda el conocimiento de modelos que orienten su función didáctica hacia la “enseñanza por competencias básicas”. Es decir, necesita conocer “buenas prácticas” docentes para el desarrollo en el aula de las competencias básicas del alumnado.
Las buenas prácticas son experiencias consideradas ejemplares que orientan la acción educativa apoyada en acciones ya realizadas. Pero la buena práctica no es una práctica singular, no debe confundirse buena práctica con práctica espectacular o llamativa. A menudo existen prácticas irrepetibles que solamente se pueden dar en un contexto determinado y no pueden “exportarse” a otros centros cuyas características difieran sustancialmente de aquellas que la propiciaron. Por tanto, la buena práctica es solamente un modelo y cada contexto exige una adaptación concreta.
Las adaptaciones deben conservar, sin embargo, los principios esenciales de la buena práctica original. ¿Cómo podemos entender que una práctica es buena para servir de modelo a otras prácticas? Evaluándolas. Y los criterios a utilizar pueden construirse sobre las siguientes cuestiones (Miguel Calvillo, CEP Córdoba): - ¿Consigue los objetivos del modelo propuesto? - ¿Implica varias competencias de manera natural, integrándolas en la realización de una tarea que resuelva situaciones o problemas? - ¿Es accesible, ejecutable y soluciona problemas?
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