La poesía y la lectura como referencia en el aprendizaje
Entrevista realizada para Heraldo Escolar por Victor Juan (Profesor de la Facultad de Ciencias Humanas y de la Educación y Director del Museo Pedagógico de Aragón.)
A veces el refranero me parece injusto.
Otras, conservador, como si un cobarde hubiera acuñado algunas de las
sentencias. Por eso nos recomienda olvidarnos del ciento volando para pretender
el pájaro en mano. Los refranes, lejos de contener verdades, tal y como
comúnmente se cree, las ocultan. Esto es particularmente llamativo en el caso
de las palabras, tan maltratadas. Sin embargo, las palabras siempre son amores
y nunca se las lleva el viento. Las palabras se nos depositan en el alma, nos
ayudan a vencer las adversidades, nos protegen del frío y nos señalan el norte
en la tempestad. Las palabras nos unen y, en ocasiones, nos separan. Gabriel Celaya escribió que la poesía
es un arma cargada de futuro, un poderoso instrumento para transformar el mundo,
y reclamaba poesía para todos, porque la poesía es
«necesaria como
el pan de cada día, como el aire que
exigimos trece veces por minuto». Necesitamos
poesía para vivir, para hacer el mundo un poco más hermoso. Mientras escribo,
recuerdo dos pasajes de la novela ‘El cartero de Neruda’ de Antonio Skármeta. En
el primero, Mario Jiménez, el joven pescador que lo dejó todo para estar cerca
de Neruda, le confesó a don Pablo que quería ser poeta. Neruda, sorprendido, le
dijo que para qué quería cambiar de oficio si siendo cartero se mantendría en
forma. Los poetas somos todos obesos —concluyó—. Yo quiero ser poeta para decir
lo que siento —respondió muy serio el joven—. ¿Y qué sientes?, le preguntó Neruda.
Mario le contestó que, como no era poeta, no sabía qué sentía. En el segundo
pasaje, el joven cartero nos revela una verdad incuestionable. Después de aceptar
que había plagiado los versos de Neruda para enamorar a Beatriz, Mario le dice a
don Pablo que no se sentía culpable de haberse servido de sus versos porque la
poesía no es de quien la escribe, es de quien la necesita. Mario tenía razón. Cuando
descubrimos que necesitamos la poesía para vivir, para encontrarnos, para
entender lo que grita nuestro corazón y tantas veces callamos, ya resulta
imposible renunciar a ella. No importa quién la haya escrito (Victor Juan)
Celia Barrio Marcén. Profesora de Lengua y Literatura. IES José Manuel Blecua. Zaragoza
«La lectura es la manera de
viajar, de imaginar, de pensar o de crecer»
Si un día le contáis a Celia
Barrio (Zaragoza, 1983) que habéis conocido a un amigo nuevo, seguro que os
preguntará cómo es el timbre de su voz y cuáles son sus juegos favoritos.
También querrá saber si colecciona mariposas, porque ella, como ‘El Principito’
de Saint-Exupéry, siempre se preocupa por lo esencial.
¿Dónde estudiaste?
En
mi pueblo, en Zuera. Tuve la suerte de que mi familia escogiera la escuela
pública, primero en el CEIP Odón de Buen y después en el IES Gallicum. Siempre
fui una alumna muy aplicada a la que le gustaba llevar las cosas al día y que
se apuntaba a un bombardeo. Recuerdo esta etapa con mucho cariño. Se cruzaron
en mi camino grandes profesores. En 2006 terminé Filología Hispánica en la
Universidad de Zaragoza y, desde entonces, no he dejado los estudios. Me
encanta aprender (no tanto estudiar) por eso sigo en la UNED, acabando mi
segundo máster y formándome cada día para poder ser mejor docente.
Cuando eras niña,
¿tenías una biblioteca de cabecera?
No tuve una biblioteca, sino La Biblioteca. ¡Viviendo en Zuera es
imposible escapar al embrujo de los libros, de los cuentos y de Chus Juste, su
guardiana! He pasado muchas horas en esa biblioteca estudiando, jugando,
conversando, creando, contando, trabajando y, sobre todo, disfrutando. Primero
era mi madre quien me acompañaba y después era yo la que arrastraba a mis
amigas para que viviesen lo que yo vivía allí cada día.
¿Quién te contaba los
cuentos?
El mejor contador de cuentos ha
sido mi abuelo Eugenio. Es asombroso que una persona que casi no pudo ir a la
escuela fuese capaz de enseñarme todo lo que me enseñó a través de los cuentos.
Recuerdo sus ‘Siete cabriticos’, su ‘Juan Sin Miedo’, su ‘Cabecica de Ajo’...
Pero también narraciones amargas que, cuando crecí, comprendí que eran las
historias de un niño en un país en guerra. Me contaba sus peripecias en el
colegio, la inauguración de las escuelas por el mismo Odón de Buen, la fiesta
que se organizó con la llegada de la República...
¿Recuerdas el primer
poema que te conmovió?
El primero que logré interpretar
por mí misma fue Ítaca de Kavafis que un día trajo a clase Marisa Aguerri, mi profesora de latín y griego del instituto. Se
podría decir que en ese momento me hice mayor.
¿De quién es la
poesía?
La poesía es tuya, es mía, es de
quien la lee, de quien la siente, de quien la escribe, es del pueblo, pero, al
mismo tiempo, no es de nadie. Incluso un mismo poema leído por la misma persona
en diferentes situaciones o contextos, nos va a sugerir cosas muy diferentes.
Esto es algo maravilloso que permite la Literatura en general, y la poesía,
particularmente.
¿Hay mucha poesía en tus clases?
Sí, me encanta jugar con la
poesía, reinterpretar un mismo texto, hacer poemas visuales al más puro estilo
vanguardista, crear versos comestibles sin gluten, enjabonarnos con poemas… En
definitiva, presentarla como un juego, que es lo que debe ser la poesía: un
juego lingüístico que cada cual puede interpretar y sentir.
Qué es más importante, ¿leer o escribir?
Para algunas personas la lectura
es la manera de viajar, de imaginar, de pensar o de crecer; para otras, en
cambio, la válvula de escape es la escritura. Son más los que leen que los que
escriben. Lo que está claro es que la lectura y la escritura no tienen sentido
la una sin la otra.
¿Por qué te dedicaste
a la enseñanza?
Hasta tercero o cuarto de carrera
no me había parado a pensar qué haría al terminar. A partir de esos cursos me
especialicé más en Literatura que en Lengua y me di cuenta de que no podía
quedarme para mí sola todas esas cosas tan interesantes que estaba aprendiendo.
Así que la mejor salida era la de la enseñanza.
¿Cuándo empezaste a
dar clase y cuáles han sido tus principales destinos?
Durante la carrera di clases
particulares. Mi siguiente experiencia docente fue en una escuela de tiempo
libre. Luego trabajé un año en la concertada. Mi primer contacto con
adolescentes fue dando clases de Francés en un colegio del barrio Oliver y de
ahí me marché un curso a Benasque, donde conocí otra forma de ver la educación.
Luego, la vida de interina me llevó a Sangüesa, Alcañiz, Andorra, Belchite,
Ateca, Calatayud, Zaragoza, Alagón y, desde el curso pasado, trabajo en el IES
José Manuel Blecua, donde este año estoy con una comisión de servicio vinculada
al Departamento de Innovación Made in Blecua.
¿Qué tiene de especial
el Blecua?
Es un instituto urbano con
espíritu rural. Aunque está situado en Zaragoza, es un centro no demasiado
grande, por lo que es fácil conocer los proyectos y las actividades que se
hacen y se genera un clima diferente de trabajo. Yo sabía que era un centro
puntero en metodologías activas y que tenían un proyecto de innovación muy
potente, pero la realidad superó mis expectativas.
¿Qué es Made in Blecua?
Un Plan de Innovación capitaneado
por Ana Moliné y Blanca García que supone la puesta en práctica de metodologías
activas en el aula, estructuradas en aprendizajes basados en proyectos,
utilización de ordenadores portátiles para afianzar la competencia digital,
trabajo interdisciplinar que favorezca un aprendizaje significativo real para
desarrollar la creatividad del alumnado, etc. Todo ello pensado, coordinado y
mimado hasta el detalle por un Departamento de Innovación formado por
diecisiete personas que nos reunimos semanalmente para conocer los avances de
cada área.
¿Cuál es el perfil de
vuestro alumnado?
Todavía se dice que el Blecua es
uno de los centros más difíciles de Zaragoza, debido al alumnado que tiene. ¡En
el Blecua tenemos la misma diversidad que puede haber en cualquier otro centro
de secundaria! Somos un referente en materia de innovación educativa en Aragón,
lo que hace que los resultados del alumnado sean mejores, que haya una mayor
implicación por parte de las familias y que, en definitiva, se crea en la
filosofía del centro como motor de cambio en educación.
Tenéis un montón de
proyectos en marcha…
¡Muchísimos! Desde los proyectos
de E-Twinnig, a Repensando Espacios, pasando por el grupo de trabajo STEAM o el
proyecto CERO, hasta Comunic@cción, parcela que desarrollo más activamente. En
3º y 4º de la ESO se trabajan estas metodologías dentro del Proyecto de
Innovación TIC TAC GO. Yo trabajo con aprendizajes basados en proyectos en
todos los niveles que imparto.
¿Qué ha supuesto para ti formar parte de Made in Blecua?
Permíteme que me ponga algo
pedante, pero ahora ya no me siento una náufraga en mitad del océano, sino que
estoy en el mismo barco que un equipo que cree que otra forma de enseñar es
posible. ¡Me siento muy afortunada!
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