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Las "soft skills" revolucionan el sistema educativo


 Diego Arroyo/Lucia Serrano en el suplemento Educación Heraldo Escolar incluyen un artículo interesante sobre un término que está revolucionando el sistema educativo actualmente y la mayoría de las investigaciones docentes apuestan por esta tendencia.

Las soft skills proceden del mundo empresarial y son habilidades blandas que han llegado a las aulas dispuestas a revolucionar el actual modelo educativo. Nos estamos refiriendo a determinadas aptitudes, que transitan entre el conocimiento y las habilidades esenciales, y que, a menudo, no se relacionan con las competencias cognitivas tradicionales de los escolares. Las ‘soft skills’ son habilidades fuertemente vinculadas al ámbito social y emocional, que tienen que ver más con la forma de ser y de actuar de la persona. Es decir: son aquellas habilidades que tienen que ver con la manera en que nos relacionamos o interactuamos con los demás.

Estudios de la Universidad de Harvard, como el informe ‘The future of Jobs’ –‘El futuro de los trabajos’–  o el análisis de Arthur L. Costa, ‘Hábitos de la mente’, realizados sobre los comportamientos inteligentes de las personas con éxito profesional, proporcionan una tesis rotunda y clara sobre la orientación educativa y social actual: el 85% del éxito profesional está basado en la adquisición de habilidades blandas ‘soft skills’ –conviene irse acostumbrando a esta expresión–, por lo que ya se las conoce como ‘habilidades esenciales’. Y, sin embargo, la capacitación de alumnos y docentes suele basarse en los contenidos técnicos curriculares –las ‘habilidades duras’–, dejando a un lado las ‘soft skills’, cuando, está claro, que la proporción en el éxito profesional de unas y otras es sumamente desigual. Así, pues, la educación ya no puede basarse solo en los contenidos, en las materias tradicionales. Además, actualemente las empresas buscan, cada vez más, perfiles transversales, resolutivos e innovadores, capaces de adaptarse y desenvolverse en un entorno laboral cambiante.

Según la Polices Commission for Business and economic education (PCBEE 2000), la mejor forma de preparar la fuerza laboral del mañana se basa no solamente en el desarrollo de habilidades técnicas, sino en el fortalecimiento de habilidades intrapersonales y de interacción con otros. Ahora, más que nunca, ser técnicamente competente no es suficiente. Para tener éxito en un entorno de trabajo globalizado y diverso, los estudiantes deben desarrollar las relaciones humanas, la autogestión y habilidades de eficacia en el lugar de trabajo. Siendo así, "el alumnado debe tener el beneficio de las habilidades blandas en sus carreras y vidas personales".

Vivimos en un mundo globalizado y  líquido en un escenario cambiante, en el que la tecnología está presente en todos los ámbitos. Internet ya forma parte de nuestras vidas, es una herramienta cotidiana, y tendremos que aprender a convivir con la realidad aumentada y la inteligencia artificial. "En este contexto, la escuela tiene el deber de formar para este futuro incierto a personas en aquello de lo que la tecnología carece, las ‘power skills’ o habilidades transversales, y serán estas personas las que podrán competir en grupos de trabajo, porque sabrán cómo cultivar unas relaciones sanas en un futuro", afirma la experta en el tema, Consuelo Gutiérrez. Sin olvidar que la escuela debe tener un sentido para los alumnos, debe educar para la vida desde la vida y prepararlos para ser ciudadanos que trabajen por el bien común y por su planeta, fomentando el compromiso social y la inclusión.

Pero –y partiendo de la base de que pueden enseñarse y, por lo tanto, aprenderse–, ¿cuáles son concretamnte esas habilidades blandas tan útiles para la vida como para el futuro profesional de nuestros alumnos e hijos? La lista es larga, tomen nota: la capacidad para resolver problemas, el pensamiento crítico –analizar, entender, evaluar–, saber gestionar equipos y tomar decisiones, ser creativos e innovadores, la capacidad de coordinación, una comunicación eficaz, flexibilidad cognitiva –saber adaptarse a situaciones cambiantes–, inteligencia emocional, una elevada capacidad de negociación... A diferencia de las habilidades técnicas –‘duras’–, las ‘soft skills’ son difícilmente medibles, complejas de adquirir y necesitan de un entrenamiento a lo largo de la vida. Y son tan poderosas que ya las denominan ‘power skills’, porque son las que empoderarán a las personas, indistintamente del ámbito profesional al que se dediquen.

‘Soft skills’ en las aulas

¿Y cómo potenciarlas desde las aulas? Una habilidad blanda muy importante en el desarrollo de un aprendizaje global es la capacidad para resolver problemas. Y puede implementarse mediante ‘detonadores’ –actividades basadas en desafíos (Aprendizaje Basado en Retos/ABR)–, que inicien al alumnado en la resolución de retos. Es una herramienta didáctica muy potente, con la que el docente consigue involucrar de forma activa a los alumnos en situaciones reales, desafíos cotidianos, en su entorno. Además, incrementa el grado de motivación y potencia otras habilidades como la creatividad y el pensamiento crítico. Recordemos que la mente se desarrolla en torno a conflictos cognitivos.

La metodología ‘Desing Thinking’ –pensamiento de diseño, en el ámbito de la ingeniería de producto, aplicado al aula–, que se basa en el pensamiento lógico, la creatividad, colaboración, empatía y aprendizaje a través del error, y en la que los alumnos tienen el poder de decidir sobre los problemas que ellos detectan, es otra herramienta eficaz a la hora de fomentar las habilidades para la resolver problemas. Un recurso muy utilizado en la etapa de educación infantil –y que en niveles superiores podríamos incorporar como espacio de resolución de problemas– es la llamada ‘asamblea de clase’, habitual ya en muchos centros educativos.

Una comunicación eficaz es otra de las principales habilidades que deberíamos potenciar en las aulas. Comunicar eficazmente es indispensable en cualquier cometido y el propio contenido del Área de Lengua ofrece suficientes recursos para trabajar esta habilidad blanda. Aunque podemos reforzarla con actividades como los debates –de reciente introducción en el currículo– o el ‘Visual Thinking’,perfecto para plasmar ideas y procesar información, mediante el uso de dibujos, textos, conectores... El ‘Storytelling’, el acto narrativo por el que transformamos una historia en un relato emocional, que llega, que transmite nuestro mensaje a nuestros alumnos, es otro interesante recurso para abordar una comunicación eficaz.


Trabajar la toma de decisiones es una verdadera necesidad en los currículos educativos actuales. Tomar decisiones de forma eficiente consiste en enseñar a que el alumnado tome conciencia tanto de su camino vital como educativo. Todos nacemos con la capacidad de pensar, desde luego, pero es necesario y obligatorio cimentar y fomentar esta capacidad, que no quede limitada mediante un mecanismo automático… Implementar experiencias educativas en las que se prime la toma de conciencia de nuestras decisiones puede ser muy interesante. Y, para ello, podemos recurrir a las ‘rutinas de pensamiento’, que son estrategias breves, patrones útiles y fáciles de aplicar por el docente, que ayudan al alumno a reflexionar de forma crítica sobre su forma de pensar. Por ejemplo: veo–pienso–me pregunto. Son muy aconsejables en educación infantil y primaria. Y a las ‘destrezas de pensamiento’ –más elaboradas que las rutinas y que se apoyan en organizadores gráficos para hacer visible el pensamiento– son más útiles ya en secundaria. Actividades como la elección de delegados/as de clase y ciertas estructuras cooperativas inciden en esta habilidad de toma de decisiones tan compleja como necesaria.


Aprender a gestionar equipos

Sin duda, una de las ‘soft skills’ más demandadas por las empresas –¿hay alguien que no haya oído hablar de ella en su entorno?– es la capacidad para coordinar y gestionar equipos. Trabajar en equipo, ser capaz de coordinar diferentes perfiles, dirigir, organizar y administrar equipos o grupos, tiene una relevancia mayúscula. Y tanto en los centros educativos como en casa, podemos fomentar o promover actividades cuyo objetivo sea precisamente este. Con el Aprendizaje cooperativo, no solo aprendemos a trabajar y a aprender juntos, sino que se facilita el aprendizaje, ya que, cuando trabajamos con otras personas, cuando cooperamos, se libera más dopamina, neurotransmisor necesario para que ocurra el aprendizaje. Elaborar productos, negociar, trabajar, tomar apuntes, coordinar proyectos, tomar decisiones..., pero juntos, son experiencias didácticas tan ricas como activadoras del propio aprendizaje. En este sentido, el uso de dispositivos digitales en el aula es un recurso tan motivador que, utilizado en equipo, en lugar de individualmente, tiene el poder de encender la mecha del conocimiento.

Antes, una persona con fortaleza emocional era aquella que no expresaba sus sentimientos y emociones. Hoy, de la mano de la psicología positiva, conocer nuestras emociones –la inteligencia emocional– es clave para afrontar los problemas del día a día; como clave es también  la flexibilidad cognitiva, importantísima habilidad blanda, ya que, de la capacidad de adaptación de los alumnos a los continuos cambios y a situaciones novedosas e inesperadas, dependerá, en gran medida, su crecimiento. Hoy, más que nunca, sabemos que la seguridad no existe; vivimos en un mundo incierto, ambiguo y muy complejo. Y aquí intervienen metodologías como el ‘Networking educativo’ –crear redes de aprendizaje (solo con la incorporación de perfiles diferentes sumaremos)– o los Programas de Resiliencia PENN, para aumentar la capacidad de enfrentarse a los problemas de la vida diaria, desde la identificación de fortalezas personales y del aumento de las mismas. Y, por último, la capacidad de liderazgo, que puede contemplarse como una ‘soft skill’, aglutinadora de todas las demás.
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