La indivisibilidad del docente en el comienzo de curso académico
“Lo esencial es invisible a los ojos.” Esta es una frase del libro de Antoine de Saint-Exupéry, “El Principito”. Quizás una de las más conocidas y repetidas de esa obra. En ella, el autor quiere destacar la importancia de ir más allá de lo que se observa físicamente cuando se quiere valorar algo en su justa medida.
Parece que es algo que tiene muy presente también un artista chino, Liu Bolin, a quien ya llaman el “hombre invisible” por las características de su obra artística. Bolin lleva a cabo piezas pictórico-fotográficas en las cuales él se mimetiza con el entorno de la obra, hasta ser enormemente difícil de reconocer por el ojo humano. Un minucioso y trabajado proceso de maquillaje y de pintura de su ropa, que suele durar varias horas, permite que, a pesar de ser unos de los actores de la obra, el protagonismo lo tome el contexto de la misma. Liu afirma que al convertirse en poco menos que invisible, su fusión con la obra es lo que “hace pensar a la gente”. Y él lo utiliza para denunciar cuestiones sociales que entiende que deben ser conocidas. Hace pedagogía desde su propia invisibilidad.
Ahora que estamos empezando un nuevo curso académico me ha venido esta imagen a la mente pensando en el importante papel que tienen los docentes en la educación y en la formación de nuestros ciudadanos. Profesores que por su sorda labor, lejos de buscar un protagonismo que corresponde a todos aquellos que estudian y que aprenden, devienen poco menos que invisibles cuando se valora cómo funciona nuestro sistema o cómo podría mejorarse. Pero no debemos confundir esa supuesta invisibilidad con la ausencia de actividad.
Algunas personas empezarán este curso con materias, o incluso programas, que no les exigirán tener que asistir a clase a una hora y en un lugar determinado. Algunas porque han decidido iniciar o continuar sus estudios universitarios en una universidad en línea, y otras porque lo harán de forma parcial, como complemento a un programa presencial de una institución convencional. En algunos lugares, incluso en la educación secundaria obligatoria o en el bachillerato, los alumnos cursarán algunas materias, de modalidad u optativas, en línea. Estudiarán y aprenderán en línea, y si el programa es de calidad, el docente estará allí, aunque ellos y ellas no lo vean. El concepto de presencia docente en la educación en línea está ampliamente estudiado. El profesor no trata de ser el protagonista, sino que lo que hace es diseñar, facilitar y orientar los procesos cognitivos y sociales con la finalidad de que el estudiante alcance resultados de aprendizaje educativamente valiosos y personalmente significativos.
El docente acompaña a los estudiantes, los ayuda a organizarse, pone a su alcance los recursos necesarios y les propone las actividades necesarias para alcanzar las competencias que deben adquirir al final del proceso. Los retroalimenta, los informa sobre su progreso y los evalúa, a menudo utilizando un modelo de evaluación continua en el que tienen cabida diversos métodos evaluativos, que irán desde la autoevaluación para fijar algunos conocimientos hasta la coevaluación por parte de sus propios compañeros, eso sí, orientados por parte del propio docente. Por supuesto, una parte importante de esa evaluación la ejecuta el propio docente, que puede así, con los datos del todo el conjunto, validar la adquisición de competencias de los estudiantes. Quizás los estudiantes no lo van a ver mucho, pero sin duda estará allí, y será uno de los elementos fundamentales para que obtengan un buen resultado en sus aprendizajes. El valor de esta invisibilidad del docente en la educación en línea no debería caer en saco roto. Se trata de una tarea difícil, que no siempre es reconocida como se merece.
Hay quienes, llevados por una visión del mundo elaborada solo a base de unos y ceros, creen que la tarea del docente es eliminable, o cuanto menos, sustituible, dado que han hecho caso omiso a lo que nos decía Saint-Exupéry, y no ven más allá de lo que ven sus ojos. Clayton Christensen, el creador del concepto de la innovación disruptiva, ya ha dicho que crear oportunidades de aprendizaje es algo muy distinto a facilitar lecciones de profesores grabadas en video.
Ejercer la docencia en línea no es fácil ni es algo cuya buena práctica deba darse por descontada. Se lleva a cabo en un contexto distinto al que estamos habituados la mayoría del profesorado. Exige el desarrollo y la aplicación de estrategias específicas, y una actitud de permanente exploración y aprendizaje. El desarrollo profesional del docente en línea es una necesidad inexcusable de nuestro sistema educativo. Para aquellos que quieran incorporar mejoras en su docencia en línea, aquí van algunas sugerencias que pueden resultarles de suma utilidad para que los estudiantes sientan su presencia de forma aún más evidente.
En una educación en línea de calidad, el docente está presente en la no presencia. Como ya ha indicado Richard Rose, profesor de tecnología educativa de la West Texas A&M University, ser docente en línea no es solo un trabajo, es un estilo de vida. No sé si todos estaremos de acuerdo, pero sí que es cierto que nos debería hacer reflexionar.
Mi saludo, reconocimiento y gratitud a todos los docentes y las docentes que esté curso serán casi invisibles. Sin ellos buena parte del aprendizaje que muchas personas llevarán a cabo, no sería posible.
Autor: Albert Sangrà. blogs.elpais.com
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