¿Cómo motivar a los alumnos?
Prevenir, mejor que curar
El consultor educativo Budd Churchward, afirma en su libro‘The Honor Level System: Discipline by Design’que un error frecuente es no valorar previamente el nivel de disciplina de un alumno, o de un grupo. “Al igual que primero valoramos el nivel de un alumno en matemáticas o en lengua, debemos valorar su nivel en cuanto a disciplinay tratarlo en consecuencia”.
Para Churchward no se trata de elegir entre la opción “mano de hierro” o “participación y diálogo”, sino que cada grado de esta escala es válido para un perfil de niño o adolescente, o un grupo. Para ello, Churchward define los diferentes niveles de disciplina de los alumnos como: recalcitrante (el más indisciplinado), comportamiento egoísta, disciplina interpersonal (la acepta pero hay que estar detrás), y auto disciplina.
Hecha esta salvedad de que no basta con una pauta de prevención o tratamiento, sino que es necesario valorar para qué alumno o grupo, estos son los consejos que dan algunos profesores sobre cómo prevenir que la clase pierda el respeto al profesor.
Normas claras.Algo compartido por la mayoría de profesores es que el primer día hay que poner las normas claras, sin importar las que tuvieran en el curso anterior. “Yo soy yo, y estas son mis normas. A veces se pueden discutir las cosas, pero una vez fijadas deben quedar claras”, nos comenta Inmaculada Bonal, maestra con 16 años de experiencia. “Por ejemplo, para levantarse hay que levantar la mano, y nadie puede levantarse sin mi permiso”. ¿Qué pasa entonces si un alumno incumple la norma? “Pues las sanciones que tenga estipuladas el centro u otras como quitar privilegios. Por ejemplo, algo recurrente es que si hay una actividad que les gusta, el que ha incumplido la norma se la pierde”.
Cumplir las advertencias y evitar la arbitrariedad.
Cuando un profesor amenaza con un castigo, si el comportamiento sigue, debe actuar y ser consecuente. Si no, las siguientes amenazas perderán su efecto. “Siempre hay que cumplir las advertencias, como ‘te escribiré una nota para que la firmen tus padres’ o ‘te pondré una amonestación’” comenta Llanos Navarro. “Y hay que evitar por todos los medios la arbitrariedad, manteniendo siempre los mismos criterios y aplicándolos por igual, aunque un día estés cansada y no tengas ganas de complicaciones”.
Autoridad.
La mayoría de los profesores coinciden en quelos chavales deben tener claro siempre que el profesor tiene la autoridad. Para Santiago Petschen, “las cuestiones de la disciplina deben enfocarse principalmente desde la autoridad del profesor. La autoridad disciplinaria ‘se lleva dentro’. El profesor que cuenta con dicha cualidad está muy bien protegido, y si un profesor se da cuenta de que le falta la dimensión instrumental de la autoridad debe esforzarse en suplirla como sea”.
Pero no hay que olvidar que ser la autoridad no significa comportarse como un sargento, ni hablar a gritos, sino tomar decisiones y mostrar que se tiene la última palabra. Una forma “clásica” de mostrarlo son las calificaciones. Emeterio Resta, profesor de secundaria durante más de 14 años, nos cuenta: “tuvimos un alumno que era muy follonero, además de corpulento, y no se corregía de ninguna manera. Mi táctica fue sencilla: al final de la 1ª evaluación le daba la media 4'9 y le suspendí. Llegué a arrepentirme, pero ya era demasiado tarde para cambiarle la nota. A la larga aquello me fue de maravilla y no volví a tener problemas con él. Una profesora, sin embargo, al mismo alumno lo aprobó dándole un empujoncillo en esa primera evaluación, y lo tuvo estuvo incordiando en su clase durante el resto del año”. “En términos generales mi experiencia es que para mantener la disciplina tienes que imponerte los primeros días”.
Para el formador de formadores, autor de publicaciones sobre docencia y profesor de secundaria durante 18 años Manel Güell, hay que pactar normas, pero hay que llevar cuidado de que el espacio de la clase no se convierta en un campo de batalla. No se debe considerar al alumnado como ‘el enemigo’, porque en la batallas siempre hay heridos. “Considero fundamental replantear el vocabulario, que es un símbolo y toda una metáfora de lo que va a acontecer en el aula. No hay que “luchar” en el aula, hay que hacer un camino juntos, en el cual el profesorado ayuda a guiar y conducir”.
Pactar a través del líder.
Como decíamos al principio, los profesores solventes en la tarea de llevar las riendas de la clase suelen localizar al líder y buscar la forma de tenerlo de su parte. “Te das cuenta porque siempre es el primero que abre la boca o el más chulito”, comenta Verónica González, maestra cien por cien vocacional con varios años de experiencia. “Y te tienes que hacer con él como sea. En cierto modo hacerte amigo suyo, aunque sin perder la autoridad. Entonces cada cosa que quieras de la clase, si el líder te apoya, será mucho más fácil”. Pero, ¿cómo consigues eso? “Pues empatizando con él, hablando con él, pasando tiempo, preguntándole por sus cosas, por la música…, dándole responsabilidades en clase, que sea tu ayudante, el delegado, o cosas así. Cuando quieres poner orden él te ayuda, o si te ve molesto a veces el primero en poner orden es él”.
Vicente Lloret recuerda: “Estábamos en la parte práctica del curso y era un chaval bastante conflictivo que con el tema de la fontanería no quería nada, estaba allí porque le obligaba su padre y lo único que hacía todo el tiempo era molestar a los otros y no dejarme dar clase. Así que ya un día me cansé y le dije: macho, tú lo que vas a ser es el vigilante. Te vas a encargar del almacén, de quién saca herramientas, que las herramientas estén colocadas. Bueno pues fue a raíz de darle ese cargo que se convirtió en mi mejor colaborador. ¡De ser conflictivo y problemático pasó a ser uno de los que más me ayudaba a llevar la clase!”
La clase bien preparada.
Otra de las pautas para ganarse a los alumnos es llegar al aula con la clase muy bien preparada. “La falta de preparación de la clase produce en el profesor mucho cansancio. La clase bien preparada, como suele preparase una conferencia, origina en el profesor un dinamismo interno que, incontestablemente, se trasmite a los oyentes”, comenta Santiago Petschen.
El consultor Budd Churchward recoge en su página Web algunos consejos más que pueden ser útiles para generar un ambiente de clase disciplinada y en calma. Por ejemplo:
Mensajes en positivo.
A la hora de comunicarse con los alumnos, Churchward defiende que no debe hacerse en términos de “no hagas esto”, sino de “quiero que hagas esto”.
Nivel mínimo de intervención.
Se trata de, ante una reprimenda, intentar evitar una escalada verbal. Por eso la “reprimenda” o la censura de un comportamiento, según Churchward, debe hacerse al nivel más bajo posible. Por otro lado, ante un alumno disruptor (interrumpe, habla, molesta a los demás) se debe estar paseando por la clase y vigilante, y en cuanto se vea un signo de que el alumno empezará a llamar la atención, el profesor se acerca a él sigilosamente y le reprende de la forma menos llamativa posible, intentando que el resto de la clase no se entere. Hay que intentar que el alumno no tenga la satisfacción de convertirse en el centro de atención.
Avanzar lo que pasará.
Para este autor, otra técnica es anticipar a los alumnos lo que sucederá en la clase, mostrando que está todo planeado, y además diciéndoles que al final tendrán unos minutos para hablar entre ellos y comentar cosas de la lección. En cada interrupción por su parte se recuerda a los chavales que si hacen perder tiempo al profesor, son ellos los que perderán el tiempo de hablar con libertad al final.
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