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Reflexiones sobre la profesión de riesgo del maestro


El maestro, por más inteligente y laborioso que sea, no lo puede todo en la instrucción y educación de los niños confiados a su tutela. La obra de la escuela no se reduce a la enseñanza impartida en las aulas a los escolares que la frecuentan, sino que debe irradiarse a la familia, a la sociedad, con el aporte material y espiritual de todos, gobernantes y gobernados”. Manuel Belgrano


La educación es un pilar fundamental para el crecimiento de una nación. Sus protagonistas principales, docentes y estudiantes, están en sintonías diferentes desde hace varios años. La falta de contenidos que incentiven a los chicos, la droga, la escasa contención de las familias, la pérdida de autoridad de los profesores, son condicionantes que hacen que muchas aulas se transformen en un infierno diario.En nuestro país, desde el 1 de marzo pasado la escuela secundaria desplazó al antiguo Polimodal. Con este cambio, el Gobierno busca reducir la deserción escolar y el porcentaje de repitencia. Los cambios abarcan más contenidos y orientaciones para los estudiantes, la presencia de tutores o facilitadores para acompañar el recorrido de los alumnos que trabajan o tienen hijos, la puesta en marcha de proyectos solidarios que incluyan experiencias de aprendizaje para los chicos fuera de la escuela, y el apoyo para los que tienen dificultades de cara a evitar que dejen el colegio. Pero más allá de estos esfuerzos por mejorar la educación, algo no está funcionando bien.


Profesión de riesgo


La Asociación Argentina de Especialistas en Estudios del Trabajo presentó una investigación recientemente titulada “El estrés laboral en docentes de enseñanza media de la Ciudad de Buenos Aires”. La muestra del estudio quedó constituida por 97 profesores de diversas disciplinas, directivos y preceptores. El 86% son mujeres, de las cuales casi el 80% tienen entre 41 y 60 años; sólo un 15% son menores de 40 años y el 6% supera los 61. La antigüedad coincide con la edad, o sea que sólo un 15% ejerce la docencia hace menos de 10 años.Una parte del estudio reveló que la relación con los alumnos es uno de los factores alienantes en el escenario laboral, con un 81% de nivel de estrés. Un 45% de los docentes señaló que las situaciones personales de los alumnos y el nivel de preocupación que les ocasiona carecer de herramientas para afrontarlas, son otro factor que provoca desequilibrios para ellos. El psicólogo social Alfredo Moffat advirtió que “hoy, el docente está en una situación de estrés grave, casi se puede decir que constituyen un grupo de riesgo”.Últimamente se ha escuchado en los medios de comunicación sobre el síndrome “Burn out” (del quemado), y los docentes son una parte de la población afectada por este problema. Los factores que lo provocan son externos a la persona; los especialistas explican que sería como un “estrés especial asociado con presiones comunitarias y también interpersonales”.El “Burn out” es producido por un estado de agotamiento físico, mental y emocional provocado por la implicación en situaciones emocionales que afectan negativamente el rendimiento del trabajado docente.Una de las fuentes amenazadoras y causantes de malestar y sufrimiento es la relación con los otros seres humanos. Según Freud, “es la más dolorosa ya que surge de las mismas instituciones que el hombre crea para su protección; en este caso, la escuela”.Desde la Federación de Educadores Bonaerenses (FEB) se ha declarado que la docencia hoy en día es una profesión de riesgo. Los profesionales médicos que se desempeñan en el gremio elaboraron un informe donde se revela que la tarea de ser educador se ha vuelto cada vez más proclive a verse afectada por enfermedades psicosociales. Según este informe, unos 21.000 maestros (el 35% de los afiliados) que dictan clases en 18.000 escuelas públicas de Buenos Aires, padecen algún tipo de enfermedad psicosocial vinculada con la violencia escolar y el estrés. Estas enfermedades son generadas por maltratos dentro de las escuelas. Los docentes muchas veces son agredidos por los alumnos y no tienen herramientas para defenderse.


Vía: María de los Angeles Grau. Argentina

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