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Educación como clave de competitividad en Finlandia

Finlandia es según el último Índice de Competitividad Global (ICG) del Global Economic Forum el tercer país más competitivo del mundo, subiendo un puesto en relación al año anterior. Las razones de esta excelente clasificación son varias: el buen funcionamiento de sus instituciones públicas, su transparencia, su capacidad de innovación, su buen sistema de salud y, en especial, su extraordinario sistema educativo.
Finlandia ocupa el primer puesto en educación primaria, así como en educación superior y formación en el ICG, resultado de un fuerte énfasis en la educación en las últimas décadas. Esto ha proporcionado a la fuerza laboral con las habilidades necesarias para adaptarse rápidamente a un entorno cambiante y ha sentado las bases para sus altos niveles de adopción tecnológica y de innovación. Finlandia es hoy uno de los países más innovadores de Europa, ocupando el segundo puesto en la tabla, sólo por detrás de Suiza. Desde que la OCDE comenzara en el año 2000 a elaborar su informe PISA, Finlandia ha acaparado los primeros puestos del podio en Europa por su excelente nivel educativo.
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¿Por qué Finlandia tiene la mejor educación del mundo?
Para poder desarrollar adecuadamente las razones por las cuales Finlandia tiene el mejor modelo educativo del planeta nos centraremos en cinco aspectos clave: la figura del profesor, el método educativo, los centros educativos, la cultura educativa y la política en materia de educación.
1. La figura del profesor/a
Sin duda el aspecto más relevante del éxito educativo en Finlandia es la gran valoración que recibe la figura del profesor. Aun cuando su sueldo medio (tras 15 años de profesión), es de 37,455 dólares anuales (datos de 2010), no sea muy elevado (de hecho menor que otros países europeos, incluso menor que en España donde el sueldo en 201o tras 15 años de experiencia laboral era de, 42,846 dólares, sin incluir los recortes sufridos desde 2010), el prestigio que posee en la sociedad finlandesa hace que dicha profesión sea una de las más solicitadas por los estudiantes. Tal es la demanda de esta profesión que son admitidos en las facultades menos del 10% de los aspirantes, lo que implica que para el acceso se requiera una nota elevada y una prueba de selección. Para ser maestro se necesita una calificación de más de un 9 sobre 10 en sus promedios de bachillerato y de reválida y se requiere además una gran dosis de sensibilidad social (se valora su participación en actividades sociales, voluntariado…). Cada universidad escoge después a sus aspirantes a profesores con una entrevista para valorar su capacidad de comunicación y de empatía, un resumen de la lectura de un libro, una explicación de un tema ante una clase, una demostración de aptitudes artísticas, una prueba de matemáticas y otra de aptitudes tecnológicas.
La carrera de magisterio tiene una duración de cinco años (en España son tres), pues se le exige a todo maestro que además de los tres años de licenciatura se cursen obligatoriamente dos años de un máster de especialización. La formación es muy exigente ya que el objetivo de la misma es preparar a los universitarios para que se conviertan, más que en profesores, en expertos en educación. Al final de la carrera los alumnos más brillantes suelen dedicarse a la enseñanza infantil, a la que se considera la etapa decisiva para que el resto del proceso educativo sea bueno.
Los profesores no solo enseñan materias en los colegios. En muchos pueblos finlandeses a menudo la gente visita a sus profesores para pedirles consejo sobre todo tipo de asuntos. La comunidad confía en los profesores porque saben que han sido muy bien preparados ya que los alumnos con mejores resultados son los únicos que pueden acceder a la docencia.
2. El método educativo
El método educativo finlandés destaca por varios elementos novedosos. El primero de ellos consiste en que la escolarización se produce a los siete años, más tarde que en muchos países europeos. Esta decisión se atribuye a que no es hasta los siete años de edad cuando los niños llegan a una madurez intelectual suficiente que les permita asimilar y comprender la información que van recibiendo.
Durante los primeros seis años de la primaria los niños tienen en todas o en la mayoría de las asignaturas el mismo maestro, que vela por que ningún alumno quede excluido. Es una manera de fortalecer su estabilidad emocional y su seguridad. Hasta quinto no hay calificaciones numéricas. No se busca fomentar la competencia entre alumnos ni las comparaciones.
Los niños tienen menos horas lectivas que en otros países. A parte de eso se considera que los niños finlandeses, a diferencia de lo que sucede con los niños orientales, deben jugar el máximo tiempo posible para que gocen de su infancia. Los alumnos solo acuden a clase durante 4 o 5 horas al día durante sus dos primeros años de clase. En total, suman 608 horas lectivas en primaria, frente a las 875 horas de España, con deberes en casa que no son excesivos. En casa es donde empiezan a aprender la lengua y a socializarse. En el colegio la socialización sigue siendo muy importante. La relación con el profesor es fundamental y resulta muy cercana porque no hay más de 20 alumnos por clase. El número de matriculados en un colegio también es muy reducido.
La metodología ha abandonado las memorizaciones típicas del sistema educativo de la Ilustración y hace énfasis en el desarrollo de la curiosidad, la creatividad y la experimentación. No es una cuestión de transmitir información, sino que es más importante aprender a pensar.
La tipología de clases, lejos de convertirse en una clase magistral fundamentalmente unidireccional, se convierte en un debate abierto donde los profesores fomentan mucho la participación. Los profesores finlandeses trabajan mucho en grupo con sus alumnos, buscando retroalimentación de los mismos y realizando clases participativas, donde el ambiente es relajado y tolerante.
Además, el profesor está forzado a ir renovando sus clases y métodos de enseñanza para atraer la atención de los alumnos, actualizando y vinculando aquéllo que enseña en el aula con sucesos reales y formas que motiven a los estudiantes. Por ello en las clases se proyectan vídeos de YouTube, se preparan temas investigando en Wikipedia o Facebook, utilizan cómics y escuchan música. No existe una vida dentro del aula diferente a la vida detrás de sus puertas, y la tecnología, igual que ocurre en sus casas, se utiliza a menudo en clase.
El profesor, además, recibe evaluaciones y feedback por parte de otros profesores más experimentados en el modo en que imparten sus clases para que éstos puedan mejorar su método educativo
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3. Los centros educativos
Cada colegio tiene autonomía para organizar su programa de estudios. La autonomía de los colegios se enmarca dentro de un sistema en el que la educación se concibe como algo gratuitoe igual para todos. Los niños tienen acceso a centros de enseñanza similares y no pagan por el material. Los colegios proporcionan libros, ordenadores e incluso la comida. La planificación educativa es consensuada entre los profesores y los alumnos. Los adolescentes dan su opinión sobre las propuestas de los docentes, informan de sus intereses y participan en la organización del curso. Un hecho que puede atribuirse a un sistema basado en la transparencia, el cual rige también las instituciones públicas del país.
Otro elemento significativo con el que cuenta el sistema finlandés es, según José Antonio Marina, el trabajo integrado de todos los estratos del sistema educativo. Mientras que en España los niveles de enseñanza están completamente separados (“primaria y secundaria no trabajan juntos y secundaria y la universidad no lo hacen en absoluto”) allí están acostumbrados a organizar el sistema educativo como un todo, “por lo que la colaboración para mejorar los planes de estudio es muy grande”.
4. La cultura educativa
“El éxito finlandés se debe a que encajan tres estructuras: la familia, la escuela y los recursos socioculturales (bibliotecas, ludotecas, cines…)“, explica Javier Melgarejo. Los tres engranajes están ligados y funcionan de forma coordinada. “Los padres tienen la convicción de que son los primeros responsables de la educación de sus hijos, por delante de la escuela” y complementan el esfuerzo que se hace en el colegio. “En Finlandia el 80% de las familias van a la biblioteca el fin de semana”, añade Melgarejo, para quien este estímulo de la lectura en casa resulta fundamental.
Existe una herencia cultural luterana basada en la responsabilidad que fomenta la disciplina y el esfuerzo, a la que también acompaña una climatología que empuja a encerrarse en casa, pero estos factores también están presentes en otros países vecinos, como Suecia o Dinamarca, que disfrutan de mayor nivel económico y sin embargo figuran varios puestos por debajo en PISA. “No son las variables socioeconómicas las determinantes“, subraya Melgarejo.
5. Las políticas en materia de educación
Las ventajas que proporciona el modelo finlandés a sus estudiantes provienen de su gasto público, que representó en 2009 el 6,8% del PIB (el 5% en España). Así, la enseñanza obligatoria es gratuita en todos sus conceptos, desde el material hasta los gastos de comedor, e incluso el colegio ha de garantizar el transporte en el caso de que los niños deban desplazarse al centro desde una distancia superior a los 5 km. También los estudios universitarios son gratuitos, incluidos aquellos destinados a los adultos que, contando con un trabajo, quieren reciclarse o simplemente mejorar su formación. Todo ello para que aprender en Finlandia no sea un problema de dinero.
En Finlandia la educación es uno de los temas sobre el que existe consenso político respecto a su importancia, lo que supone una estabilidad en el sistema educativo que permite que éste se desarrolle completamente, pueda evolucionar y madurar dentro de los mismos parámetros. Por contraposición, España ha sufrido 6 o 7 cambios relevantes en su sistema educativo, desde la LEG hasta la LOE, pasando por la LOGSE.
Harri Skog, secretario de Estado de Educación de Finlandia desde 2006, resumía en una frase la importancia de este proceso: “La educación es la llave para el desarrollo de un país”. Por eso el país nórdico dedica del 11 al 12% de los presupuestos del estado y los ayuntamientos a financiar este modelo de educación. Pero este gasto se hace de un modo eficiente. Tal y como indica Javier Megias “el gasto medio por alumno entre España y Finlandia es similar y no se encuentra en niveles exorbitados, apareciendo diferencias relevantes sólo cuando se alcanza la Educación superior.”
El sistema social finlandés contribuye además con numerosas ayudas oficiales a las familias para que puedan conciliar su trabajo y la atención a sus hijos y, con ello, continuar con su dedicación y empeño educativo también en el hogar.
CONCLUSION
El modelo educativo finlandés está pensado principalmente para que “nadie se quede atrás” confiriendo un sistema educativo que presta atención a cada pequeño detalle para favorecer que el finlandés medio tenga un nivel educativo alto o muy alto. Aunque el sistema tiene un nuevo reto a superar, identificado ya por parte de las autoridades educativas del país: la necesidad de centrarse más en los alumnos con mayor potencial para incrementar aún más sus resultados y habilidades, consiguiendo así estudiantes sobresalientes que destaquen por su excelencia y sobresalgan entre las élites profesionales y académicas mundiales.
Vía: canariasenlanube.es /Fernando Álvarez

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