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El nuevo profesor


Esta semana van a empezar en muchas comunidades los procedimientos selectivos para el ingreso y acceso a la función pública docente, o sea, las oposiciones para ser profesor de instituto, escuelas de idiomas, formación profesional y enseñanzas artísticas.
En DESEDUCATIVOS se ha insistido mucho en la importancia de una buena selección del profesorado como un elemento central de una escuela que funcione bien. Veremos, sin embargo, que este es uno de los aspectos donde la secta pedagógica tiene más interés en clavar sus garras, con las que están consumando, y aún van a ahondar más, uno de sus habituales estropicios.
Ya desde 2004 hay un ejercicio del “procedimiento selectivo” que sustituye a la clásica exposición oral de las oposiciones libres, que venía precedida de una preparación (la encerrona). Un ejercicio de madurez al que no se podía tildar de memorístico, en el sentido más peyorativo del término, de aprender como un papagayo. Dejando aparte que frente al discurso pedagógico al uso, la memoria haya que reivindicarla como han hecho en DESEDUCATIVOS Francisco Javier González-Velandia y otros con mucho acierto.
Este nuevo ejercicio oral, que introdujo Pilar del Catillo para hacer un guiño a los sindicatos, consiste en elaborar una programación didáctica de un curso en particular, defenderla (aquí se puede llevar de casa el “speech” memorizado) y luego desarrollar una unidad didáctica, elegida de entre tres de las quince que el opositor ha desarrollado en el enésimo “nivel de concreción” de su programación. Evidentemente, con este nuevo tipo de prueba no se mide tanto la capacidad del futuro profesor de preparar una exposición oral a partir de textos y de ver cómo explica un tema cuanto de verificar conocimientos didácticos, que además, según el BOE, tienen que ser necesariamente la sarta de objetivos, contenidos, metodología, evaluación, atención a la diversidad y demás exigencias de la secta pedagógica. Con este nuevo ejercicio lo importante ya no es comprobar si el futuro profesor puede dar una “lección magistral”, sino si conoce el currículum y todos los palabros de la jerga pedagógica. Para los poderes públicos este conocimiento es un requisito esencial en la selección del profesorado. Muy interesante e ilustrativo es al respecto el artículo de Iván Pérez Miranda en El futuro del pasado, publicado por la Universidad de Salamanca. Texto en el que se mencionan el libro de María Ruiz La secta pedagógica, el Panfleto antipedagógico de Moreno Castillo o el artículo Contra la pedagocracia, de Maximiliano Bernabé Guerrero como lo que son, esto es, publicaciones de referencia rigurosa y científica para el análisis de los asuntos educativos, donde no van a tener los que detentan el poder la exclusiva de hacer “textos científicos” sobre educación.
Se agradece a Pilar del Castillo, la autora del desafuero de sustituir el examen oral por la programación didáctica, la supresión de la obligatoriedad de saberse la LOGSE (había en las oposiciones libres desde la década de los noventa quince temas de didáctica y legislación educativa comunes a todas las materias que significaban saberse de memoria la doctrina pedagógica oficial), algo así como demostrar que los aspirantes a funcionarios públicos docentes conocían los Principios del Movimiento Transversal o Constructivista.
Es, por tanto, constatable que a los futuros profesores se les viene exigiendo desde hace años un conocimiento de la jerga pedagógica, en detrimento de otros saberes que para dar clase se consideran menos importantes por el “establishment”. ¿Cuál va a ser la utilidad y aplicación de este aprendizaje para su práctica docente? Pues pueden ser una “paja” nula o lo que es peor, una serie de prejuicios perniciosos con los que los profes así formados se incorporen a las aulas pertrechados de doctrina coincidente con los dogmas de la pedagogía oficial.
Afortunadamente, todavía hay en los procesos selectivos un ejercicio teórico y otro práctico, lo que puede fomentar que al menos los aspirantes a profesor, que ya empiezan a ser en las últimas promociones, hijos de la LOGSE, estudien algo y se preparen. Son restos de lo que ciertos líderes sindicales y un exministro de Educación de cuyo nombre no quiero acordarme llamaban despectivamente formación “academicista”.
Otro hecho digno de mención es que proliferen como nunca academias y centros de preparación de oposiciones para profesores, muestra y exponente de que la formación que proporcionan las universidades no es suficiente para hacer frente a unas pruebas selectivas como las del acceso a la docencia con el estudio autónomo del recién licenciado. Este fenómeno del renacimiento y expansión de las academias para suplir las carencias de la “enseñanza superior” tendría que ser motivo de reflexión, pues es muy significativo.
Sin embargo, lo que me gustaría resaltar en este artículo es la novedad que se introduce en la convocatoria que va a tener lugar en junio de 2010. Este año hay un hecho innovador respecto de otras convocatorias, que ya se había decidido en el nuevo Real Decreto que regula el acceso a la función pública docente aprobado en 2007, pero que no entra en vigor hasta el presente curso escolar: el requisito de haber cursado el Máster de Formación del Profesorado para poder presentarse a la oposición.


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