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Hablar para educar



La OpiniÓn de Murcia del 10 de agosto aporta la siguiente noticia: "Más de la mitad de los mayores españoles cree que sus hijos les tratan peor que generaciones anteriores", de lo que se deduce la escasez de comunicación, comprensión y afectos. ¿Podemos prevenir estos problemas?Los niños están deseando aprender a hablar, quieren hacerlo bien y desean que les hablen y que les escuchen. Los adultos no podemos desaprovechar la ocasión, pues mediante la palabra les ayudamos a comprender, facilitamos su desarrollo intelectual y comunicamos sentimientos. Siempre sin olvidar que la comunicación debe ser la adecuada a cada edad e implica hablar y escuchar. Se trata de hacer pensar, ejercitar la reflexión, enseñar a buscar argumentos y aprender a intervenir de forma ordenada y respetando a los demás.
Esta tarea puede realizarse por los tutores, por los padres, dispuestos a desarrollar actitudes positivas en sus hijos, y por los profesores que tengan interés en ayudar a encauzar conductas o reforzar actitudes efectivas en sus alumnos.El debate con los alumnos o con los hijos es una aventura refrescante y gratificante, por las sorpresas que puede deparar, las aportaciones que realizan niños y jóvenes y, sobre todo, por la posibilidad que brinda de profundizar en el conocimiento de sus vidas, sus problemas, sus percepciones, sentimientos, intereses y perspectivas de futuro. Así, padres y profesores aprendemos de ellos y, a la vez, podemos ayudarles tal y como es nuestro deseo, tanto profesional como afectivo.Hablando con ellos quizá podamos sacarles del abismo de la satisfacción inmediata de un deseo que, como no requiere esfuerzo, sólo es un trámite que genera aspiraciones interminables.
Posiblemente podamos prepararles para superar la frustración, evitar el adocenamiento que algunos pretenden o, tal vez, consigamos enseñarles que la libertad es algo más que el 'mileurismo', el botellón de madrugada y votar cada cuatro años a quien te dicen que votes. Mediante la conversación diaria podemos mostrarles que hay otras vidas más enriquecedoras que los modelos que presentan los programas más cutres, y que nosotros somos un puerto seguro donde siempre pueden encontrar la comprensión, el afecto y la armonía que necesitan. Si no perciben nuestra ayuda buscarán apoyo en otros círculos menos edificantes.Los hijos y los alumnos respetan a los padres y profesores que aprenden a querer, no por la cesión ante sus caprichos sino por el interés que muestran y por el trato diario, justo, equilibrado y responsable que reciben de ellos .
Profesores y padres disponen de suficiente creatividad para generar diversas estrategias e inducir una conversación fructífera con temas diarios. No obstante, pueden encontrar una Guía Didáctica en HYPERLINK www.pictografia.com/guia-didactica/ que les orientará semanalmente y puede servir como soporte que facilite el diálogo. De las propuestas que se sugieren, el profesor tutor o los padres utilizarán aquellas que consideren más adecuadas al contexto de su clase o familia (tipo de alumnado, edad, práctica en hacer debates, entorno social, etc.) y las enriquecerá con sus propias aportaciones.
Quizá podamos cambiar conformismo por compromiso y sometimiento por dignidad. Todavía estamos a tiempo de formar hombres y mujeres responsables, capaces de pensar por sí mismos, de amar a otras personas, de ilusionarse por su propio desarrollo y por el bien común, de luchar por su libertad y la de los demás. Educar ahora previene los conflictos posteriores y eso podemos hacerlo por los hijos que queremos y por los alumnos que justifican nuestro sueldo. Pues, como dice Pitágoras, "educar al joven evita castigar al adulto".

Vía: La Opinión de Murcia
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